"Decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad ; la posición forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee. Con lo dicho está claro que la expresión tiene un valor históricamente variable según la composición de la sociedad donde se aplica"
Arturo Jauretche



domingo, 18 de julio de 2010

El huevo o la gallina

Por Orlando Barone
Don Franco - Endiablados - Crispadores - Ovarios


¿A que no saben cómo la llama el empresario Franco Macri a Cristina Fernández? La llama “la señora Presidenta”. Sí, así figura en el diario La Nación del jueves 15. ¿Y, cuál es la anecda? No la llama vicepresidenta ni ministra ni gobernadora, ¿no? Sin embargo, aquella obviedad es resaltada en la crónica de la enviada de ese diario a China. Al parecer, a la cronista le sorprende -y por eso lo destaca entre comillas- que a la presidenta de la Nación el empresario Franco Macri la llame presidenta de la Nación y no alguna otra cosa que hubiera considerado más lógica y más apropiada. ¿Cómo supondría la periodista que Franco Macri debería llamarla, para que le pareciera más normal y razonable? Imagínense.


Y no crean que este insignificante dato de lectura no significa lo que significa. Pensar que las reglas básicas de un relato enseñan que lo que vale de una entrevista es destacar lo raro, lo que no es obvio. Y uno supone que Franco Macri en este caso, o cualquier otro, llamará “señor presidente” a Sebastián Piñera, o a Pepe Mujica.

O llamará “Princesa” a Máxima o “Reina” a Sofía. Y “cardenal” a un cardenal y “Papa” al Papa. Me pregunto -los invito a preguntarse- qué calificación que no expresa la periodista le merece la Presidenta. Acierten, ¿cómo la llama ella cuando libera su inconsciente?

Los que sí liberaron el inconsciente fueron algunos de los protagonistas de la Cruzada contra el “matrimonio igualitario”. Su incitador fue el cardenal Bergoglio. Pero a su favor está que luce menos talibán que su antecesor monseñor Quarracino. Éste recomendaba que a los enfermos de homosexualidad y lesbianismo se los exiliara en una isla. En ella -según Quarracino- podrían tener sus matrimonios, sus costumbres y hasta su periodismo. Supongo que habría detectado que esa enfermedad también alcanza a este gremio. Bergoglio es superador del extinto prelado.

Hoy, gracias a él que sacó al Diablo para asustarnos, supimos cómo siente y piensa una parte de la sociedad argentina. La que tiene bastante peso político y moral, aunque con una estructura cultural de fecha ya vencida. A esta altura, uno podría desorientarse: es tanto el peligro de perversión que advierten los cruzados católicos en los hijos adoptados por parejas homosexuales, que mandaron a marchar en la vanguardia a colegiales y menores a los que les niegan educación sexual en sus aulas.

Tiene razón el senador Roberto Basualdo, del Frente de Trabajo de San Juan: “Mañana una mujer va a querer casarse con cuatro hombres y va a decir que la estamos discriminando”. Y eso es poco, senador. ¿Y si se le ocurre casarse con un lobizón? Dios nos guarde. Hubo de todo. El título del Diario Popular de la mañana del jueves 15 fue éste: “Debate caliente en el Senado por matrimonio gay”. Lo de “caliente” pareció inspirado en un bocadillo de teatro de revistas. Pero por suerte ganó la inteligencia. Hubo argumentos de peso racional y oratorio. Y es lo que sobresale como resumen de una sociedad a la que la política está reubicando democráticamente. Hay que tener paciencia: los unos y los otros. Los crispadores crispados y los que son acusados por aquellos de crispadores, culpables de hacerlos sentirse crispados. Los mismos que crispan se crispan a sí mismos. A lo mejor consiguen crispar a los jubilados. Tienen una manía. Está en su naturaleza joderlos.

El otro día un señor mayor como yo me dice buscando mi asentimiento: “Creo que a los jubilados nos van a joder. La Presidenta va a vetar el 82 por ciento”. Para alentarlo le contesté: “Ojalá lo vete. Así la jubilación se seguirá cobrando”. No sé si entendió porque se fue cabizbajo. Yo no. A pesar de que se apruebe el matrimonio igualitario no creo correr riesgos: seguiré siendo heterosexual. A mi edad ya no tengo tentaciones. Todo está claro. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? La gallina. Lo acaba de descubrir Colin Freeman de la Universidad de Sheffield, Inglaterra. Comprobó que la proteína que produce la cáscara del huevo sólo se encuentra en el ovario de la gallina. Es decir, no hay huevo sin ovario. ¡Qué metáfora para este momento político!

¿Y Cleto Cobos? No sé por qué me acuerdo ahora de su nombre. En la presidencia del Senado estaba José Pampuro. En la Casa Rosada, el despacho presidencial y aledaños estaban cerrados con cinta precintada. No estuvo en la marcha antigay ni en la marcha a favor. No fue no positivo ni no negativo. Es como si Ricardo Alfonsín se lo hubiera tragado sin darse cuenta.

De paso digo que, cuando la oposición se decida a ser pluralista en lugar de falsearse una compactación no autorizada por los votos, va a haber más desplazados que ahora. Más desalojos escénicos. Insisto: ¿Dónde ejerció Cobos como presidente mientras la Presidenta viajó a China? Gran pregunta. Como la del huevo o la gallina. Pero ésta no tiene respuesta. La que sí tiene respuesta es esta pregunta: ¿Quién miente más el Indec o el grupo Clarín? Clarín. La mentira del Indec es piadosa. Y hay un último interrogante: ¿Guillermo Moreno es malo, o es bueno? Los medios opositores dicen que es malo. Entonces es bueno.

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