"Decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad ; la posición forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee. Con lo dicho está claro que la expresión tiene un valor históricamente variable según la composición de la sociedad donde se aplica"
Arturo Jauretche



sábado, 14 de agosto de 2010

Y encima firmo Román...

LA PEOR SEMANA DEL JEFE DE GOBIERNO DE LA CIUDAD

Por Ricardo Ragendorfer


Quizás en el paisaje apocalíptico que ofrecían los escombros sobre ese tramo de la calle Mendoza, en Villa Urquiza, él haya advertido nada menos que la representación simbólica de su propio derrumbe, sin saber cómo espantar dicha certeza.
 
Durante el anochecer del lunes, Mauricio Macri acudió al sitio de la tragedia en Villa Urquiza. Allí, por cierto, su actitud no fue la que el gurú ecuatoriano, Jaime Durán Barba, suele recomendar en estos casos. En medio de insultos y sirenas, iluminado por la baliza de un patrullero y cautivo dentro de una valla policial, el alcalde porteño permaneció inmóvil, con la mandíbula caída y los ojos fijos en un punto indefinido del espacio. Su rostro desencajado expresaba algo mucho más indescifrable que el desconcierto; era como si de modo súbito hubiese perdido la cordura. Y el detalle de que en semejantes circunstancias luciera un disfraz de socorrista robustecía esa impresión.
Quizás en el paisaje apocalíptico que ofrecían los escombros sobre ese tramo de la calle Mendoza, en Villa Urquiza, él haya advertido nada menos que la representación simbólica de su propio derrumbe, sin saber cómo espantar dicha certeza. Es que la tolerancia ante la frustración nunca fue su fuerte. Y menos aun, el apego a la realidad. Tanto es así que la magra eficacia de su estilo de gobierno –marcada por el colapso del sistema educativo y sanitario, por dudosas ejecuciones presupuestarias, casos de corrupción, negociados con el erario público y hasta por el escándalo del espionaje telefónico– nunca hizo mella en su excelente opinión de sí mismo, ni aligeró sus aspiraciones por llegar al sillón de Rivadavia.
Prueba de ello es que, unas horas antes de la catástrofe, haya regresado de una gira proselitista por la provincia de Salta, con la siguiente frase en la boca: “Hay muchísima expectativa de extender a todo el país todo lo que estamos haciendo en la Ciudad de Buenos Aires.” En ese contexto, las pericias psiquiátricas ordenadas por el juez federal Norberto Oyarbide sobre su persona –ineludibles en todo reo encausado por delitos graves– superan los límites del formalismo jurídico para pasar a ser un hecho científico imprescindible para comprender la crisis institucional de la ciudad.
   Ya se sabe que Macri suele atribuir sus desaciertos legales a un complot en su contra. Al respecto, hay una frase suya muy ilustrativa: “En este país jamás van presos drogadictos ni delincuentes, y se la agarran con uno. No quisiera pensar en una supuesta conspiración contra mi figura, aunque en la Argentina estamos acostumbrados a estas cosas.”
   Lo curioso es que, lejos de referirse al affaire de las escuchas telefónicas, semejante canto a su propia inocencia fue pronunciado por él en el ya lejano 2001, tras su procesamiento por contrabando agravado de autopartes. Ahora apela a una estrategia idéntica, junto con sus adláteres más dilectos. Tanto es así que estos responsabilizan al Poder Ejecutivo nacional de convertir al líder del PRO en el blanco de una persecución.
   Es que sus hombres de confianza vivieron padecimientos similares. El jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, fue perseguido a partir de 1998 por el delito de peculado, en relación a su desempeño en un fondo fiduciario que otorgaba créditos a microempresas; la causa sigue en trámite. El ministro de Hacienda, Néstor Grindetti, fue perseguido a partir de 1993, por estafa a raíz de irregularidades en la construcción de la represa misionera Uruga-í cuando era empleado de Socma; la causa prescribió. El ex ministro de Espacio Público, Juan Pablo Piccardo, fue perseguido por administración fraudulenta durante su desempeño como gerente general de la empresa Isenbeck. En tanto, el hostigamiento al diputado provincial Jorge Macri se debe a dos quiebras en trámite, a 53 pedidos de embargo, a una causa por evasión y a sanciones del Estado por desproteger a sus empleados.
   Ahora, con el mismo tono que en 2001, Macri vuelve a enarbolar la bandera de su victimización. Y lo hace –según sus detractores– con la insistencia de quien puede llegar a cometer un desliz penal sin sentir remordimientos. En el aspecto jurídico –también según sus detractores– una personalidad divergente como la suya suele generar un dilema frente al derecho social a protegerse de sus acciones.
   En el marco de su procesamiento, Macri obtendrá un psicodiagnóstico sin cargo. Hace una semana, al ser notificado de ello, declaró que le “causan gracia los exámenes dispuestos por el juez”. Sin embargo, durante la mañana del jueves, su semblante lució más bien ofuscado cuando ingresó al edificio de la calle Lavalle 1429, donde funciona el Cuerpo Médico Forense.
Lo cierto es que era un pésimo día para él: se acababa de enterar de que Norberto Oyarbide había ampliado el procesamiento de su compañero de causa, Ciro James; además sabía que, en horas, la Legislatura iría a conformar una Comisión Investigadora que se negaría a serle afín, a lo cual se sumaban los coletazos por la catástrofe del gimnasio de Villa Urquiza. En ese clima, el mandatario porteño mantuvo una entrevista preliminar con los psiquiatras.
   El objetivo de los profesionales consiste en determinar si Macri es capaz de comprender la criminalidad de sus actos, y ver si está en condiciones de afrontar un juicio. El heredero de don Franco será sometido en los próximos días a una batería de pruebas. Habrá entonces que imaginarlo identificando, por caso, su bigote en una de las manchas del test de Rorschach. O concentrado en dibujar a su papá, en el test de la Familia Kinética. Mientras tanto, el equilibrio mental del hombre que desafió todos los poderes terrenales para mejorar la calidad de vida de los “vecinos” es aún un misterio de Estado. 

2 comentarios:

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